Realizada
me voy a sentir el día en que, desde cualquier vereda y por cualquier
medio, pueda ejercer mi profesión sin ojo editor de ninguna índole, ni
ideológico, ni político y, mucho menos, bajo el peor y más denigrante:
el de la plata y el poder.
Por suerte, las palabras de apoyo hacen que todo esfuerzo valga la pena, que todo dejo de vocación todavía latente tome aliento, surque la tinta y trascienda para seguir dejando huellas de voz.