"Los dejaste y buscaste otro destino..."
Y así, cuento casi siete en Buenos Aires, no reniego, lejos de eso, reflexiono y pienso en que hace un tiempo sólo quería huir de esta selva de cemento, pero cuando llegó el día, no fue tan simple como armar las valijas y huir a un lugar seguro, como mi casa.

Sin embargo, no hay como el hogar, ese lugar impoluto, idealizado y perfecto en cada recuerdo. Lugar en que salís solo de noche y siempre encontrás con quien ocupar la mesa de un bar, la ciudad en la que todo queda cerca y que vas por la calle saludando conocidos. Ese Bariloche en que te llevaban de excursión por "El día de las montañas limpias" y que se llenaba de estudiantes ruidosos, eso extraño.
Hace tiempo el trabajo me quitó la chance de ver la montañas nevadas, de salir a caminar bajo los copos de nieve y levantarme a la mañana sin un ruido, producto de la ciudad tapada de nieve. Lo anhelo, quiero con locura estar ahí, pero...por sorpresa, un poquito quiero estar acá. Haciendo lo mío, mis notas, volviendo a la facu desde otro lugar, conociendo la Capital como para guiar a los perdidos y apropiándome de ese lugar que me resultaba extraño.
Lo que me calma es saber que por más distancia que haya, esos1650 km, que me alejan de mi familia, son ínfimos, porque algo nunca va a cambiar: mi casa nunca me va a resultar extraña, porque un poquito sigo viviendo allá, por medio de mis charlas eternas con mamá, con las cosas ricas que manda mi abuela o los esfuerzos de papá; porque después de todo mi lugar sigue presente, en mis sueños y proyectos, que siempre contemplan la posibilidad de regresar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te leo